miércoles, 22 de junio de 2011

Más obligados que nunca



ESPN.COM.MX



México debe reconocer el crecimiento de un futbol como el hondureño. Si no lo hace, terminará entendiéndolo en la cancha, pero tampoco puede rehuir a su obligación histórica de volver a los terrenos en lo que era considerado el "gigante" del área futbolística. México tiene que ganarle a Honduras. No hay pretexto valido...



LOS ANGELES, California -- Algunos parajes confusos se vienen a mi mente. Aquel día en San Pedro Sula, donde Oswaldo pedía desesperado a los delanteros hondureños que cejaran en su intento de hacerles otro gol. O tal vez la cara pálida, mas pálida que nunca de Ericksson, el día en que él no sabía pero se estaba despidiendo de la banca de la selección mexicana. O aquella noche fatídica de Bora, con Campos recibiendo el gol de Pavón. Hace ya algunos años que México sufría en territorio hondureño y aquello iba cambiando, y las distancias se hacían mas cortas, ya algunos no los veíamos o nos negábamos a ver la realidad.



Aún dentro de su propia pobreza, de sus mas dramáticas ausencias y carencias, la Concacaf tiene clases sociales y hoy habrá que reconocer que Honduras ha escalado de nivel, ha crecido y debe ser tomada en cuenta con un rival serio de México y de cualquiera otro en el área.



El recordatorio viene desde la cabeza de alguien que hace no mucho tiempo establecía que los graves atrasos futbolísticos centroamericanos terminaban por hacerle daño a México y que la "guerra interna", llena de pasión y a veces de odio, que se generaba cuando México visitaba a esas naciones centroamericanas lo único que hacían era reconfirmar las grandes carencias de la zona.



Me equivoqué con respecto a Honduras. Honduras ha crecido. Se ha escapado de la mediocridad futbolística de la Concacaf, ha puesto a sus principales jugadores en el mercado europeo, ha contado con entrenadores colombianos de capacidad, ha vuelto a la participación de un Mundial y ha crecido, ha crecido de tal modo que hoy es capaz competirle a México en el terreno que sea. Lo celebro porque las ventajas que indudablemente tiene el futbol hondureño, un biotipo exquisito, pasión, temperamento de sus jugadores no podía seguir siendo desaprovechado.



La selección hondureña que saltará este miércoles a la cancha del Reliant es un equipo complicado, en franca renovación, donde ya no aparecen nombres como el de Pavón, el de Suazo o de Julio Cesar de León y que hoy depende una nueva camada de jugadores que promete ser un alto contendiente en la clasificación para el Mundial de Brasil 2014.



Dicho esto tampoco hay que exagerar ni equivocar los sentidos. México es favorito, sigue siendo amplio favorito y tiene que establecer en la cancha las condiciones de favorito. Lo que Honduras logre equilibrar es también el producto de lo que el propio México ha dejado de avanzar. Sí, ellos crecen, y nosotros, nosotros no seguimos creciendo.



También habrá que decir, sin ofender a nadie, que ganarle hoy a Honduras sigue sin dejarte nada a nivel internacional. Significa cumplir con un paso, con un cometido para el que fuiste creado y nada más.



He escuchado voces que insisten en que México no es más "el gigante" aquel poderoso de la Concacaf. Perfecto, si eso les place, México no es más el "gigante", es un gigante que ha perdido peso, musculatura, que ha permitido el crecimiento de otros, pero ello no quiere decir que no tenga la obligación de ganar la Copa Oro. Por historia, por estadística, por condiciones técnicas, por tamaño de país, por su industria futbolística y hasta por orgullo, México debe pensar en el trofeo que se entregará el sábado por la noche en el Estadio de Pasadena.



Respetemos, sí. Reconozcamos los avances y las virtudes del rival, pero no dejemos de exigirnos porque el día en que no nos exijamos ser 'el gigante de la Concacaf", ese día caeremos en una desgracia peor: la mediocridad y el conformismo.

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