lunes, 22 de agosto de 2011

Testigos relatan cómo se vivió el caos en el estadio de Torreón

CNNMEXICO.COM.MX

Los habitantes de Torreón, en el estado norteño de Coahuila, vivieron este sábado un incidente que tocó una de las pocas actividades lúdicas que les quedaba para distraerse: el futbol, ante un contexto de violencia que ha transformado algunas costumbres de la ciudad.

Una balacera afuera del estadio Territorio Santos Modelo interrumpió al minuto 40 el partido entre el equipo local, el Santos Laguna, y el Morelia.

"Tuve miedo, sigo teniéndolo, pero debe enterarse el país y el mundo de que en Torreón ya no se puede vivir", dice con voz entrecortada una de las asistentes al encuentro, en entrevista telefónica con CNNMéxico.

La testigo pide que su nombre no sea citado, por seguridad. "Todos queremos hablar, gritar lo que nos pasa, pero no queremos morir".

El partido, transmitido en vivo a nivel nacional, fue suspendido, y canales locales cortaron la señal. Pero en la cadena ESPN pudo verse cómo los jugadores corrieron a resguardarse al túnel que lleva a los vestidores, mientras los aficionados se tiraban al suelo. El balón ya no importaba.

"Gracias a ESPN que no cortó la transmisión; no como TV Azteca. Por lo menos los que teníamos familia ahí pudimos seguir paso a paso lo que estaba ocurriendo, porque no había servicio de celular", cuenta Karina (seudónimo), de 30 años. En su página de Facebook publicó que sintió terror, porque su esposo y su hermano se encontraban en el estadio.

En las tribunas sólo había confusión y pánico.

"Escuchamos balazos y un ruidazo", narra María, otra de las asistentes que pidió no usar su nombre. "Oíamos que la gente decía: '¡agáchense!, ¡tranquilos, nadie se levante, abajo todos!'".

"Yo traté de agacharme, pero no había suficiente espacio ya entre mi silla y la de enfrente. Pero me agaché como pude. Mi esposo se agachó y quedó sobre mi espalda, cubriéndome. Tratábamos de ubicar dónde estaba el peligro, pero no se veía nada".

María relata que hubo un momento en el que no se escuchaba nada y la gente intentó salir. "Pero luego volvió a empezar y volvimos al suelo".

Entre el caos, cuenta la testigo, a una familia se le perdió un niño. "Todos tratábamos de ayudar a los papás", dice, "pero era difícil".

Ana, una joven de 26 años, dice que trató salir del estadio, pero todo era confusión. "Nos dijeron que las balas eran afuera, pero vimos impactos de bala adentro del estadio. Los vimos en vidrios y en rejas".

Balaceras en bares, en centros nocturnos y hasta en plazas comerciales han provocado que los laguneros prefieran quedarse en casa. "Sólo nos quedaba el futbol, y hasta eso nos han quitado. Que alguien haga algo", pide Guillermo (pseudónimo), un estudiante universitario de 23 años.

El estadio de Santos es conocido como La casa del dolor ajeno. Pero la frase se volvió en contra de su afición este sábado cuando el dolor y la angustia fueron propios de los de casa.

Y han surgido reclamos contra el gobierno. María cuenta que un conocido sacerdote del municipio, también presente en el estadio al momento del tiroteo, expresó su molestia contra el presidente Felipe Calderón y el gobernador Jorge Torres López.

"'Mañana mismo deberíamos tener las renuncias de los dos'", dijo el sacerdote, según la testigo. "Pero algunos pensamos que esto ya no es culpa del presidente, no sabemos qué pasa".

Algunos afirman que cada vez que hay un incidente similar, las líneas de celulares y teléfonos fijos se cortan. "Nos incomunican, lo mismo pasó cuando vino de gira de trabajo el Presidente, nos dejan sin teléfono", comenta María. Aunque no hay prueba que confirme esta sospecha.

Seguidores del Santos expresaron su consternación en las redes sociales. En la página del Club en Facebook, en Twitter y en cuentas personales, era posible leer algunos mensajes de decepción.

"Me voy de mi querido Torreón, no aguanto más", decían algunos. "Pelearemos como guerreros por nuestra ciudad, #PazenTorreón", escribieron otros.

“Volteen a Torreón y ayúdennos”, se leía como reclamo a autoridades y sociedad civil de todo el país.

La incertidumbre permanece en Torreón, la ciudad que venció al desierto y que ahora debe enfrentar en su cotidianidad a uno de los enemigos del país: el crimen organizado. “¿Qué quieren estos delincuentes?, ¿Tenernos encerrados en la casa para que ellos transiten por las calles a sus anchas?”, se preguntan los testigos.

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