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Usain Bolt se fue de Alemania en 2009 con un trozo del mítico Muro de Berlín como parte de su equipaje hace dos años. El Relámpago de Jamaica iluminó las noches de aquel Mundial de Atletismo con dos latigazos a sus propios récords, y el gobierno alemán, asombrado como el resto del mundo, encontró en el pedazo de piedra la mejor forma de agradecer al velocista por uno de los momentos más grandes de la historia deportiva.
De vuelta al presente, con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el más prolífico velocista de todas las eras aparece como la estrella más luminosa en el firmamento de Corea del Sur.
Con el recuerdo de Bolt conquistando espacios que pertenecían al reino de la imaginación, sus marcas mundiales de 100 y 200 metros en el encarpetado azul de Berlín, los astros de pista y campo se dirigen a Daegu para la cita mundialista, una 'esfera de cristal' que augurará lo que puede pasar en menos de un año en la capital londinense.
Aunque el jamaiquino fue modesto al no anticipar que estaba en condiciones de darle un nuevo mordisco a los récords que impuso en los 100 metros (9.58) y 200 (19.19), cuando El Relámpago aparece todos callan aguardando ser parte de la historia. Así pasó en los Olímpicos de Beijing 2008, cuando en el imponente Nido de Pájaro explotó con sus marcas de 9.68 y 19.30, y un año después su enorme sonrisa se robó las primeros planas en Alemania con los nuevos récords.
Daegu también se convertirá en el epicentro de nuevas batallas en las que el keniano David Rudisha, el etiope Kenenisa Bekele, la estadunidense Sanya Richards y la rusa Yelena Isinbayeba defenderán sus propios reinos. La extensa gama atlética de la Tierra corre, brinca y lanza con el anhelo de alcanzar un espacio en la posteridad.
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