lunes, 10 de octubre de 2011

Público con sed de ver la NBA en acción

ESPN


LONG BEACH -- Incomprensible el cierre patronal que mantienen los dueños y jugadores de la NBA debido a su incapacidad de ponerse de acuerdo en cómo dividir los miles de millones de dólares que genera la auto-bautizada mejor liga de baloncesto del mundo.

El juego del domingo entre la Drew League de Los Ángeles y la Goodman League de Washington, en la cancha deportiva de Long Beach State University, reflejó que la pelea que mantienen los jugadores y dueños es incomprensible por muchas razones.

Mexsport
Kevin Durant también jugó un partido de exhibición en Miami el 8 de octubre
La principal razón es ver cómo los canasteros pelean por unos cuantos millones que están dispuestos a dejar de ganar con la pérdida de una cantidad indeterminada de partidos de la temporada 2011 -y cuidado si toda la campaña-, pero por el otro lado no se preocupan de perder otra suma fija en sus contratos si llegan a lesionarse jugando en partidos de exhibición como el que jugaron el domingo.

Ciertamente, nadie está jugando en estos partidos de exhibición con sus contratos protegidos por pólizas de seguro, como le exige la NBA a cada país, cuando reclama a sus jugadores para participar en un torneo internacional de la FIBA. Pero claro está, como la NBA está de cierre patronal, ni la liga ni los dueños de equipo ahora mismo le pueden exigir a ninguno de sus jugadores que no jueguen donde quieran que les dé la gana.

De repente, resulta más difícil comprender el cierre patronal de la NBA, ya que algunos jugadores de la liga están demostrando que no es el dinero lo que les mantendrá fuera de las canchas. Y de otra parte, los dueños también se mantienen intransigentes en sus posturas, porque al mantener la liga cerrada están arriesgando perder algunas de sus máximas inversiones.

De otra parte, ¿qué evidenció el juego del domingo, ganado por la local Drew League sobre la visitante Goodman League, 151-144?

El partido jugado al estilo de los Juegos de Estrellas de la NBA, es decir, con mucha fantasía y poca defensa, demostró que: los fanáticos, primero, están sedientos porque la NBA vuelva a la estadios; segundo, perdonarán tanto a los dueños y jugadores por pensar sólo en ellos y no necesariamente en quienes pagan los millones que ellos buscan dividirse.

Un grupo de quizás unos 5,000 espectadores acudió al partido en Long Beach State. Algunos pagaron $100 para sentarse alrededor de la cancha, en precio de baratillo, si se compara con que asientos similares en el Staples Center costarán $2,700 este año si finalmente se juega el torneo. Otros pagaron $30 dólares por sentarse en asientos con espaldar y otros $25 por acomodarse en incómodas gradas sin área para recostar sus espaldas.

Sin importar dónde estaban sentados, los fanáticos demostraron cuánto desean ver, aplaudir e invertir su dinero en el mejor baloncesto del mundo. Los fanáticos, en su mayoría de Los Angeles Lakers, sedientos por ver a su frustrado equipo regresar a la cancha y revertir su desastroso final de temporada en mayo pasado, ofrecían aplausos y expresiones de sorpresa durante el partido, con lo cual se enviaba un mensaje claro pidiendo el punto final del tranque laboral.

Por suerte, según varios reportes, la Asociación de Jugadores y los líderes de la liga reiniciaron conversaciones el domingo en la tarde en Nueva York y se mantenían reunidos durante las horas en las que en Long Beach se estaba jugando baloncesto callejero en cancha, o como lo describió el anunciador del partido, "baloncesto de ciudad en esteroides", en alusión al refuerzo que le han dado a las legendarias ligas veraniegas la presencia este año de figuras de la talla de Kevin Durant, John Wall, Rudy Gay y Michael Beasley, quienes encabezaban el equipo de la liga Goodman, así como Matt Barnes, Trevor Ariza, Marcus Banks, Derrick Williams y Nicky Young, quienes jugaron por la Drew League.


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"Por más que amo ver a estos jugadores aquí con nosotros, éste no es el lugar donde los quiero ver, no aquí ni por más tiempo", dijo el comisionado de la Drew League, Dino Smiley, antes del partido, el mismo que augura el final de su temporada veraniega. "Los quiero ver ya de vuelta en ESPN, Sportscenter, TNT y 60 Minutes".

Su esperanza está cifrada, sin embargo, en que la popularidad que han obtenido tanto la Drew League como la Goodman League este año les devuelva el año que viene a alguno de esos jugadores nuevamente a sus partidos. Después de todo, la Drew League y la Goodman League no son instituciones que nacieron por el paro, sino que tienen ya décadas jugando baloncesto. La Drew League, por ejemplo, tiene 38 aniversarios; la Goodman League existe desde mediados de los años 80.

Sus equipos, sin embargo, no fueron los únicos que jugaron baloncesto públicamente durante el pasado mes y medio. Carmelo Anthony también formó un equipo que tuvo varios juegos de exhibición por el área Este de Estados Unidos. Y Dwyane Wade, LeBron James y Chris Bosh también tuvieron su equipo y le llevaron sus talentos a los fanáticos en todas partes.

Pero una cosa queda clara. El juego alternativo que los basquetbolistas le han provisto a los fanáticos no es lo que ellos quieren ver, pese a la exagerada muestra de baloncesto de fantasía, en el que brilla más el talento atlético que el técnico. Es hora de que las partes concluyan ya su divorcio.

Por lo pronto, la reunión del domingo en Nueva York fue un buen momento. Concluída la misma, ni jugadores ni dueños hicieron expresiones al respecto de lo negociado durante cinco horas.

Por lo visto, por lo menos en algo se pusieron de acuerdo: no hacer expresiones. De otra parte, luce esperanzador, por lo menos, que quedaron en volver a reunirse el lunes, fecha que preliminarmente ha sido puesta como obligada para obtener algunos avances que eviten la cancelación de las primeras semanas de la temporada regular.

Y en cuanto al juego, James Harden anotó 48 puntos y Matt Barnes y Brandon Jennings sumaron 20 cada uno para guiar al Drew League a la victoria. En causa perdida, John Wall anotó 55 y Kevin Durant 50.

Harden, Wall y Durant fueron sin duda los dueños del espectáculo.

De hecho, el espectáculo tuvo algo que quizás después de la huelga los jugadores deberían retener. Durante toda la tarde fue constante y consistente su interés por entretener y compartir con los fanáticos. Entre tiempos pedidos por ellos mismos, los basquetbolistas lanzaban camisetas al público. Durante las etapas de calentamiento, compartían las bolas de práctica con las personas sentadas alrededor de la cancha para que tomaran tiros al canasto.

En fin, si algo bueno ha tenido este tipo de juego es que los jugadores se han acercado al fanático. Falta que ahora jugadores y dueños le devuelvan el juego en su máximo esplendor a los fanáticos.

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