lunes, 14 de marzo de 2011

Ahora sí, dime papá

MILENIO

La paternidad que América ejercía sobre Cruz Azul ya es cosa del paso. La Máquina confirmó ayer que lo sucedido el torneo anterior no fue un accidente, sino la muestra de que al menos ese miedo ya lo ha perdido. Los celestes se impusieron a las Águilas en el Estadio Azteca con un juego serio, sin errores y un planteamiento inteligente desde la banca.

En tres minutos los celestes sentenciaron un duelo que mostró la fortaleza de Cruz Azul con dominio de balón y contundencia en las oportunidades generadas, y exhibió las debilidades de los azulcrema en la defensa, que ha recibido nueve goles en los últimos tres partidos de Liga.

Ni la presencia de Rosinei, duda hasta el último minuto intimidó a los dirigidos por Enrique Meza. El Ojitos le ganó la partida a Carlos Reinoso desde la alineación. En principio, los visitantes se impusieron en el medio campo con Marcelo Palau como hombre más retrasado y Gerardo Torrado con Gonzalo Pineda delante de él, por las bandas, frenaron las subidas de los laterales americanistas con Javier Aquino y Christian Giménez.

La primera clara fue para América. Tras un centro de Miguel Layún, Matías Vuoso bajó el balón para el disparo de Daniel Montenegro que se estrelló en chileno Waldo Ponce, en el contrarremate, la pelota se fue desviada. A partir de ahí, Cruz Azul comenzó a meter a los locales en su ritmo y los liquidó.

Al minuto 16, Aquino llegó a línea de fondo, sacó centro que no encontró destinatario, pero sí al Chaco en la otra banda, el argentino metió servicio para el delantero Emanuel Villa y el delantero remató con la cabeza para, con la colaboración de Ochoa, hacer el primero.

De inmediato, Cruz Azul dio el segundo golpe. Giménez, una pesadilla para la defensa local hizo una pared con Torrado y encontró libre toda la banda izquierda, tocó para Villa y El Tito, de primera, disparó de zurda para repetir como goleador.

Las Águilas acusaron el doble castigo, pero tuvieron dos oportunidades claras para descontar, pero ayer la contundencia de otros días no apareció y la fórmula de Reinoso de matar o morir salió de la forma negativa. Primero Nicolás Olivera disparó de afuera del área y el balón pegó en el poste, salvando a Cruz Azul. Después, un remate con la cabeza de Valenzuela se fue apenas desviado.

Cruz Azul nulificó las ideas azulcremas, Palau secó a Montenegro, mientras que Pinto provocó que Reyna se cambiara de costado para la segunda mitad. Vicente Sánchez intentó hacer diferencia, pero estuvo solo. La Máquina ganaba además en intensidad, este juego representa mucho para los cementeros y hasta Villa colaboró en defensa y el Chaco persiguió a los laterales. Antes del descanso, Vuoso tuvo un remate que salió tranquilo a las manos de Corona.

Tras el descanso, en el que Reinoso se tomó más minutos de los habituales, las Águilas salieron con mayor ímpetu y tuvieron otras dos chances claras de marcar. Un tiro de Layún afuera del área lo desvió Corona a tiro de esquina; en l siguiente jugada, un remate con la cabeza del Topo, lo rechazó Pinto en la línea de gol.

El tercero, que premiara el partido del Chaco Giménez estuvo cerca cuando Pineda lo dejó solo frente a Ochoa, pero al argentino se precipitó en la definición y estrelló el balón en Memo.

Cruz Azul encaminó el partido hacia el final sin sufrir demasiado ante los pocos recursos ofensivos de los locales que incluso sufrieron la anulación de un gol por fuera de lugar al final del partido. En el silbatazo final, los celestes celebraron en la tribuna y en la cancha.

Ahora, los papeles se han invertido, a Cruz Azul ya no le asusta el color amarillo, y con deseos, actitud y contundencia le alcanzó para imponerse a unas Águilas que han vuelto a la irregularidad y con una derrota en casa, dejaron en el olvido las dos buenas actuaciones que habían ligado. Sonríe La Máquina.

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