lunes, 13 de septiembre de 2010

Tapan bocas



LA AFICION.COM

Al América se le podrá hacer pedazos por su manera de jugar, a Manuel Lapuente se le podrá tachar de lo peor por concebir de esa manera el planteamiento de sus equipos, pero exhibiciones como la de ayer, frente a Morelia, terminan por convertirse en el mejor tapón de bocas que las Águilas y su técnico pueden poner a todos sus detractores.

El 2-0 de los de Coapa sobre los michoacanos fue concebido de la manera más apegada al lapuentismo marca como regla de hora: orden, aunque la tribuna se duerma.

América se topó con la gracia de desarrollar a la perfección su sistema y conjugar esto con una mala tarde de su rival, que dejó en el vestidor la etiqueta de uno de los equipos más regulares de la liga en la actualidad al no ser, durante los 90 minutos, ni siquiera un dolor de cabeza, ya no se diga un peligro, para el conjunto de Lapuente.

El club azulcrema tuvo la fortuna de encontrarse muy rápido con el gol, apenas al minuto cinco, y desde ahí comenzó a construir la defensa de esa ventajita. Y si bien, como cada jornada, a lo largo del partido se mantuvo la sensación de que era demasiado arriesgue el de los americanistas y que en cualquier momento les empatarían el partido, al final, tras un error de Federico Vilar pudo sentenciar el encuentro, vía Miguel Layún que aprovechó el regalito, de la manera más justa, porque fue digno vencedor.

América jamás requirió de atacar con más de tres hombres, apostó por el contragolpe y su éxito lo basó en la manera en que copó cada rincón del campo, sin dar espacio para que la maquinaria moreliana pudiera desarrollar ese futbol vertical y voraz en el último cuarto que le distingue.

América fue ayer en el Morelos un equipo de perros de presa que mordieron los tobillos y cercaron al rival, que se destapó con velocidad a la hora de sorprender hacia el frente y que jamás requirió de más de tres toques para ponerse en área de peligro sobre el rival.

Y cuando las Águilas comenzaron a desfigurarse, cuando Morelia más acechaba el arco de Ochoa, Lapuente, con ese colmillo largo y retorcido que posee, detectó la zona de grietas de su equipo y realizó los cambios justos, exactos, para que la calma regresara a sus aguas y su sistema siguiera imponiéndose.

En realidad, América anotó las que tuvo, no generó de más y fue porque no lo requirió, con ese poquito le bastó ante la incapacidad de Monarcas para romperles el cerco. Aún así, los dirigidos por Tomás Boy tuvieron por lo menos tres jugadas claras para anotar que no supieron concretar.

La mala tarde para los locales se coronó con la expulsión de Miguel Sabah, reflejo nítido de lo que fue Morelia ante América: pura desesperación.

Así, en el Estadio Morelos, no ganó el espectáculo, eso quedó claro, pero sí se impuso el seso y hoy los americanistas reencontraron la tranquilidad tras los pasos inciertos que su equipo había dado en jornadas pasadas.

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