miércoles, 29 de febrero de 2012

¿El fin de la historia?

ESPN
La historia de Jeremy Lin fue, quizás, la más maravillosa que vivimos en la última década en la NBA.
Un chico de orígenes asiáticos que pasa de dormir en un sofá a revolucionar la Gran Manzana en un abrir y cerrar de ojos. Del ocaso absoluto a la brillantez más extrema. De soñar con las luces a ser la cara visible de la cartelería en la quinta avenida. ¿Cómo puede ser posible? Las rotativas empiezan a construir la escena final: ese joven no es cualquier joven. Es un egresado en economía de Harvard, algo tan grande que merece un lugar de privilegio en el recuadro. Señores, hemos encontrado un tesoro oculto en la profundidad del océano. Y eso, hay que aprovecharlo.
¡Es el sucesor de Steve Nash! ¡Debe pelear por el premio al Jugador Más Valioso! ¡Debe ser considerado para el Team USA que jugará en Londres!
Ouch. Todo lo que sube así de rápido, baja de la misma manera. Lamento tener este papel, pero Santa Claus no existe, son los padres. Y esta burbuja de cristal, a medida que pasan los juegos, está empezando a desinflarse.
Nadie puede negar que Lin es un joven valiente y que posee una gran determinación. No es para cualquiera semejante mochila en los hombros: el piso del Madison Square Garden, a lo largo de su historia, siempre estuvo más caliente que el del resto de los estadios. Si todos los equipos tienen un número X de cámaras para tomar a los protagonistas, en New York es siempre X + 1. Siempre hay una fotografía más, una puerta más, un color más. Ciudad cosmopolita, periodismo desenfrenado, historias de vida para desparramar en las redacciones.

Knicks con Jeremy Lin Dentro/Fuera de la cancha - Jueves ante Heat


DentroFuera
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El crecimiento vertiginoso de Lin fue parecido al de Susan Boyle en Britain's got talent. Sucedió algo tan imprevisto como maravilloso, y cuando la sorpresa es así de mayúscula, la emoción no deja lugar para el raciocinio. Ahora bien, en algún momento, el hilo se corta: cuando lo narrativo se mezcla con lo deportivo, la única manera de volver a separar los ejes -como corresponde- es chocándose la cabeza contra la pared. Tan necesario como doloroso.
Lin no es una súper estrella de la NBA, aunque tampoco es el peor jugador de la Liga. Es un joven que calzó como anillo al dedo a la estructura de los Knicks en un momento muy necesario, porque es un armador que juega pick and roll, algo que no había sucedido con los escoltas disfrazados de bases que habían utilizado los Knicks en esta campaña. Sí, hablo de Iman Shumpert y Toney Douglas.
Lo cierto es que comparar a Lin con Nash es casi risueño. El flamante base de New York ha perdido un promedio de 6.2 balones por encuentro en los últimos cinco partidos y domina las pérdidas en 11 partidos como titular desde la temporada 1977-78 (Lin 67, Ron Harper 58, Jerry Stackhouse 55, Allen Iverson 54 e Isiah Thomas 53). No sólo eso: lidera esta temporada los partidos de ocho pérdidas de balón con cuatro en su cuenta personal.
Eso, en un base, es una auténtica locura.
Frente al Heat, en su último partido, Mario Chalmers y Norris Cole lo secaron por completo. La presión asfixiante en el perímetro desnudó los problemas de Lin para transportar el balón. Cruzar la mitad de cancha era toda una aventura, y más allá de que es un jugador inteligente, se le vieron algunas manchas al tigre. Cuando el rival que se mida a los Knicks tome a Lin con seriedad, el base armador no podrá dar ese salto al frente. En pocas palabras, su juego puede tener serios problemas en una instancia de playoffs contra un base de nivel.
Lin venía tirando muy bien hasta el partido contra el Heat. Esto es diferente a afirmar que Lin es un gran tirador a distancia, por lo que existen maneras de defenderlo para mantenerlo controlado. La primera es evitar que gane el eje de cancha, ya que con una cortina de algún interno se le abren todas las variantes de su repertorio: 1) atacar hasta el fondo del aro 2) descargar en el interno que cortinó 3) tener panorama para pasarle el balón al tercer jugador que corta -o está asentado para tirar de tres- en el lado débil, ya que su ayuda se fue con el interno que cortinó.
Por lo tanto, las defensas apuntarán a llevarlo a alguna de las esquinas con presión, incluso utilizando un segundo defensor para atraparlo. No solo eso: en la NBA, rara vez el pick and roll se marca por detrás, porque todos los armadores tienen un tiro letal. Lo que hacen las defensas con los bases que no lanzan con maestría, por ejemplo Rajon Rondo, es algo que se aplica perfectamente con Lin. La diferencia es que Rondo tiene muchísima más explosión que Lin e incluso sabe correr mucho mejor en transición. ¿Qué hace el juego sin pelota en ataque estacionado en estos casos? En vez de saltar al atacante -en este caso Lin- cuando llega la cortina del interno, el rodeo se hace por detrás y eso permite dos cosas: 1) evitar que Lin vaya hacia el fondo del aro 2) juntar gente para que el interno no reciba fácil 3) obligar al portabalón a lanzar desde el exterior o pasar la pelota. A saber: la confianza es un bien que se pierde muy rápido.
El video de Lin ante el Heat es una pieza de análisis crucial para los asistentes que rodean el mundo NBA. Es el ejemplo de cómo quebrar el orden de New York para devolverlo a lo que fue sólo días atrás. En definitiva, el base es el catalizador del equipo y el hombre que le da templanza al resto. No hace falta que haga puntos, lo que necesitan sus compañeros es una cuota de tranquilidad, evitar pérdidas de balón, tener un ritmo adecuado para que el resto encuentre el hueco más fácil.
Esta historia maravillosa puede estar llegando a su fin. Si Baron Davis logra recuperarse a tiempo, será la carta fundamental de los Knicks en el traslado, dejando la experiencia de Lin como el recuerdo de un furor sin precedentes.
La única verdad es la realidad. Y esa, en definitiva, es la que tenemos que comprender para poder ver la historia completa sin distorsiones.


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