viernes, 9 de marzo de 2012

Desfigurado y sin antebrazos Se anima a soñar ciclista cubano

DIARIO.COM
La Habana— Cuando Damián López desenredó una cometa y tocó los cables de alto voltaje en 1989, quedó desfigurado y sin antebrazos. Ahora, 23 años después, pedalea rumbo a su sueño, los Juegos Paralímpicos de Londres.

López tenía 13 años al momento del accidente. Luchó y sobrevivió, pero apenas podía caminar y no quería salir de su casa. Finalmente, apeló a una voluntad poco común y aprendió a controlar el timón de su bicicleta con la punta de los codos.

“Desde pequeño me gustó el deporte, jugaba futbol, montaba bicicleta y soñaba con los Juegos Olímpicos, eso me ayudó mucho física y psicológicamente”, comentó López.

El cubano no pierde la fe, aunque todavía no tiene el boleto a Londres en el bolsillo, porque en el campeonato mundial de paraciclismo, celebrado en febrero en Los Angeles, quedó en el lugar 15 del kilómetro contrarreloj, y 19 en la persecución, en la categoría C4.

“Todavía puedo bajar mis marcas y ganarme el boleto a Londres”, afirmó.

Aunque mejore sus resultados, López empezó a entrenarse demasiado tarde para clasificarse de forma automática a los Paralímpicos, por lo que necesita una invitación especial de las autoridades internacionales del ciclismo.

La Federación Cubana de Ciclismo respalda la solicitud de López para recibir una invitación, dijo a la AP Eduardo Montenegro, jefe del Departamento Nacional de Deportes para Discapacitados del Instituto Cubano de Deportes.

En la vida de López, hay un antes y un después del 6 de noviembre de 1989. Ese día, estaba jugando con una cometa que se enredó en los cables eléctricos. El pequeño trató de desenredarla, cuando sufrió una descarga eléctrica de unos 13 mil voltios que casi acaba con su vida.

“Estuve en coma y muy grave durante cuatro meses en el hospital”, relató. Y recordó que aún en esas condiciones, “oía a la gente que decía: éste no dura. Pero luché y salí de eso”.

El regreso a la casa fue como empezar de cero. “Lo primero fue recuperar fuerzas para volver a caminar. Después un día monté una bicicleta, me di unas cuantas caídas, mi mamá le pidió a la gente que no me prestaran nada, que me iba a matar, pero le cogí la vuelta’’, señaló.

En el accidente López perdió los antebrazo y quedó con el rostro desfigurado, incluyendo la pérdida del párpado del ojo izquierdo, que casi no podía cerrar.

A los 35 años, vive en el barrio capitalino Casino Ceportivo, junto con su madre Madeleine Alfonso, de 66 años, y su hermano, Abel de 42. El apartamento, situado en el sótano de un edificio de un piso, tiene tres cuartos, las ventanas y las puertas son de madera vieja y sin pintura, y los muebles son escasos y modestos.

“Peligro, riesgo de electrocución’’, reza el cartel que López colgó en la puerta de su cuarto. “Me lo trajo mi amigo, Julián (Prieto), para mortificarme, pero me hizo gracia, se ilumina de noche”, señaló.

Moviendo con destreza lo que le queda de los brazos, López mostró la bicicleta roja de pista que guarda en su cuarto, y la otra negra, de ruta, que tiene en el patio. Ambas son regalos de Tracy Lea, una ciclista estadounidense, amiga y benefactora del cubano. “No tengo palabras para agradecer a Tracy, le debo tantas cosas’’, manifestó el joven.

El cubano y la estadounidense se conocieron en el 2003, durante una visita de la mujer a la isla, cuando ambos corrían con aficionados en el velódromo.

“Estaba ajustando los tornillos, la cadena, la goma de mi bicicleta, pasaba trabajo porque soy pésima en eso, cuando Damián me vio, vino a ayudarme. ¡Un hombre amputado de los dos antebrazos, recuerdo que exclamé’’, contó Lea en comunicación telefónica con AP, desde su residencia en Washington.

La amistad se consolidó al ritmo de los viajes a Cuba de Lea, también madre de un ciclista discapacitado.



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