
UNIVERSAL
También en la NFL, la NBA y la MLB, el que es superlíder en la campaña regular no logra ganar en las finales.
Diferentes ligas, una misma pesadilla para el mejor de la temporada regular: no puede ser campeón, porque sufre “la maldición del superlíder”.
No importa si es la NFL, la NBA, o las Grandes Ligas del Beisbol, el conjunto que mira a todos hacia abajo con una marca insuperable para los demás, vive un infierno para coronarse, tal y como sucede en el futbol mexicano.
Del 2000 a la fecha, las estadísticas hablan de una realidad escalofriante para quienes se atreven a ser el mejor conjunto de dichas ligas norteamericanas.
Los aficionados al futbol americano estadounidense sólo han visto campeonar a un “mandamás” (9%); los de la NBA a tres (25%); y en la Major League Baseball, sólo a dos (18%).
Sin embargo, contrario a lo que sucede en el balompié de México, aquellos clubes que fulminaron la maldición en dichas ligas, son aquellos denominados “grandes”. En el futbol nacional lo hicieron Toluca (Verano 2000) y Pachuca (Clausura 2006 y Clausura 2007).
Los Patriotas de Nueva Inglaterra, en la temporada 2003 alzaron el trofeo Vince Lombardi, luego de ganar 14 juegos y perder sólo dos. Lograron sortear sus dos encuentros de playoffs para derrotar —con gol de campo agónico de Adam Vinatieri— a las Panteras de Carolina en el Super Bowl XXXVIII.
En el basquetbol estadounidense, los Spurs de Antonio (2003), los Lakers de Los Ángeles (2000) y los Celtics de Boston (2008) supieron mantener su ritmo ganador mostrado durante la temporada regular hasta hacerse con el cetro.
La Gran Carpa de la pelota caliente fue el escenario para que ganaran la Serie Mundial dos “superlíderes”, de nombres legendarios y de estirpe: los Yanquis de Nueva York (2009) y los Medias Rojas de Boston (2007).
Ese famoso conjuro del sembrado uno “ha impededido” que grandes jugadores se hallan quedado a la orilla de presumir la etiqueta de campeón.
No importa si la estrella del equipo se llama Peyton Manning (Indianápolis-2005), Tom Brady (Nueva Inglaterra-2007) o Ben Roethlisberger (Pittsburgh-2004) en futbol americano; si en los turnos al bat se encuentra Albert Pujols, en San Luis (2004 y 2005) o en el deporte ráfaga Lebron James hace encestes por doquier con Cleveland (2009 y 2010), porque todos ellos se vieron frustrados después de un temporadón que dejó a su escuadra como la mejor de la fase regular, pero se convirtió en tristeza al quedar eliminada en las rondas definitivas y que dan el título.
Tampoco influye que tan bien se haya jugado en la fase regular o si se clasificó de “panzazo” a las finales, sino desplegar el mejor funcionamiento a la hora buena, que es la postemporada. A los embalados, las rondas de eliminación directa les ha favorecido bastante.
Si bien, los sistemas de competencia entre las ligas deportivas de Estados Unidos son diferentes, aunado a que las campañas tienen un número radicalmente distinto de juegos entre ellas y también con el futbol mexicano, se demuestra que el balompié nacional no tiene la exclusividad de la “maldición del superlíder” se contagia a la NFL, la NBA y la MLB.
No importa si es la NFL, la NBA, o las Grandes Ligas del Beisbol, el conjunto que mira a todos hacia abajo con una marca insuperable para los demás, vive un infierno para coronarse, tal y como sucede en el futbol mexicano.
Del 2000 a la fecha, las estadísticas hablan de una realidad escalofriante para quienes se atreven a ser el mejor conjunto de dichas ligas norteamericanas.
Los aficionados al futbol americano estadounidense sólo han visto campeonar a un “mandamás” (9%); los de la NBA a tres (25%); y en la Major League Baseball, sólo a dos (18%).
Sin embargo, contrario a lo que sucede en el balompié de México, aquellos clubes que fulminaron la maldición en dichas ligas, son aquellos denominados “grandes”. En el futbol nacional lo hicieron Toluca (Verano 2000) y Pachuca (Clausura 2006 y Clausura 2007).
Los Patriotas de Nueva Inglaterra, en la temporada 2003 alzaron el trofeo Vince Lombardi, luego de ganar 14 juegos y perder sólo dos. Lograron sortear sus dos encuentros de playoffs para derrotar —con gol de campo agónico de Adam Vinatieri— a las Panteras de Carolina en el Super Bowl XXXVIII.
En el basquetbol estadounidense, los Spurs de Antonio (2003), los Lakers de Los Ángeles (2000) y los Celtics de Boston (2008) supieron mantener su ritmo ganador mostrado durante la temporada regular hasta hacerse con el cetro.
La Gran Carpa de la pelota caliente fue el escenario para que ganaran la Serie Mundial dos “superlíderes”, de nombres legendarios y de estirpe: los Yanquis de Nueva York (2009) y los Medias Rojas de Boston (2007).
Ese famoso conjuro del sembrado uno “ha impededido” que grandes jugadores se hallan quedado a la orilla de presumir la etiqueta de campeón.
No importa si la estrella del equipo se llama Peyton Manning (Indianápolis-2005), Tom Brady (Nueva Inglaterra-2007) o Ben Roethlisberger (Pittsburgh-2004) en futbol americano; si en los turnos al bat se encuentra Albert Pujols, en San Luis (2004 y 2005) o en el deporte ráfaga Lebron James hace encestes por doquier con Cleveland (2009 y 2010), porque todos ellos se vieron frustrados después de un temporadón que dejó a su escuadra como la mejor de la fase regular, pero se convirtió en tristeza al quedar eliminada en las rondas definitivas y que dan el título.
Tampoco influye que tan bien se haya jugado en la fase regular o si se clasificó de “panzazo” a las finales, sino desplegar el mejor funcionamiento a la hora buena, que es la postemporada. A los embalados, las rondas de eliminación directa les ha favorecido bastante.
Si bien, los sistemas de competencia entre las ligas deportivas de Estados Unidos son diferentes, aunado a que las campañas tienen un número radicalmente distinto de juegos entre ellas y también con el futbol mexicano, se demuestra que el balompié nacional no tiene la exclusividad de la “maldición del superlíder” se contagia a la NFL, la NBA y la MLB.
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