En lugar de preocuparse por terminar de desarrollar jugadores en sus fuerzas básicas, la mayor parte de los clubes mexicanos hacen amagues por repatriar a Efraín Juárez y a Pablo Barrera. Una pena, una vergüenza, justo cuando los equipos mexicanos tendrían que unirse para evitar que elementos jóvenes fracasaran en su intento de hacer una carrera en los máximos niveles futbolísticos.
LOS ANGELES, California -- Sería una verdadera pena que el sueño europeo de dos jugadores mexicanos terminara frustrado justo a la mitad de una temporada europea. Aquí es donde un "Pacto de caballeros", de auténticos "caballeros", sería conveniente para hacer un esfuerzo común y tratar de mantener a Efraín Juárez y a Pablo Barrera en el mejor nivel futbolístico del mundo.
Al contrario de ello y obedeciendo las reglas del "libre mercado", los clubes mexicanos parecen hacer un esfuerzo económico importante para repatriar a esos jugadores. Hoy, los equipos mexicanos, que traicionan su propio desarrollo y el desarrollo de sus jugadores, podrían estarse transformando en la única vía de salvación para elementos que de pronto sufren por la aclimatación al nivel europeo o que de plano están cerca de perder la cotización de ese futbol.
Juárez pertenece al Celtic Glasgow escocés y Barrera es del West Ham de Inglaterra. Esos dos clubes son dueños de sus contratos. Los han prestado al Zaragoza para mantenerles en la vitrina europea y de un momento a otro recibir algún tipo de oferta por ellos. Si el Zaragoza decide prescindir de sus servicios, el club escocés y el inglés tendrán que buscarles un nuevo acomodo europeo. Como seguramente no lo habrá, México se asomará como la posibilidad inmediata para vender a esos jugadores y recuperar, hoy que aún es tiempo, una parte de lo que invirtieron por ellos. Es decir, directa o indirectamente, el mercado mexicano siempre está ahí, los clubes compiten entre ellos, buscan estar lo mejor armado posibles y ello no importa sin una decisión de repatriar a Juárez o a Barrera significa un golpe al propio desarrollo de este futbol.
Lo mismo ha estado cerca de suceder con Giovani dos Santos, un caso diferente porque es un jugador de apenas 23 años de edad y que jamás jugo en el futbol mexicano. Entre rumores y realidades, ustedes creen que no han existido intentos por traer a Giovani a México luego de su irregular presencia en el Tottenham Hotspur inglés. Inteligentemente, Giovani, su papá o sus representantes, han entendido que el nivel de Giovani aún da para el futbol europeo y se han resistido a las generosas ofertas de los clubes mexicanos.
Los futbolistas mexicanos tienen la "bendición" de contar siempre con una liga sana en materia económica, con equipos y empresas siempre dispuestas a invertir. Un jugador de cualquier otro país latinoamericano va a Europa a morirse, a dejar la última gota de sudor, la última lagrima con tal de forjarse un recorrido en el futbol europeo. Los mexicanos siempre tienen esa salida falsa, esa puerta equivocada y al mismo tiempo segura, generosa, la de volver al país.
Necesitamos un maniobra común, reglas más claras, concisas, ahora sí, un "Pacto de verdaderos caballeros", donde los clubes mexicanos se comprometan a no truncar las carreras europeas de elementos que pueden terminar ayudando al futbol mexicano, creciendo en otros niveles futbolísticos.
Es una pena que equipos con canteras como América, como Santos o como el mismo Pachuca estén hoy pujando por Juárez o por Barrera cuando tendrían que estar preocupados por generar más jugadores como ellos en sus fuerzas básicas.
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